Die Another Day: La celebración de la vida y la muerte de Madonna.

Nos lanzamos al concierto de Madonna en México

RESEÑAS NOTICIAS

René Amador

12/5/20245 min read

En junio del 2023, semanas antes del inicio original de The Celebration Tour, Madonna sufrió un choque séptico del que tuvo que ser reanimada e ingresada a cuidados intensivos por varios días. Este encuentro con la muerte impactó no solo la agenda de la artista sino también su forma de ver la vida. Todas estas reflexiones han sido plasmadas en The Celebration Tour, una fiesta/funeral en vida para Madonna y una despedida a aquellos que se fueron antes que ella.

The Celebration tour es un relato abstracto y no lineal que se estaciona en algunos de los episodios más significativos de la longeva carrera de la Ciconne. El show inicia con un prólogo de Bob The Drag Queen (quien funge como maestro de ceremonias), para dar paso a la apertura de un portal del cual emerge Madonna representando su etapa más madura y mística entonando “Nothing Really Matters” del álbum “Ray Of Light” (1998).


En seguida regresamos en el tiempo a los 80 en la ciudad de Nueva York donde vemos a una joven oriunda de Michigan llegar a la gran ciudad a conquistar su sueño y convertirse en la mayor estrella pop de la historia, mientras transitamos por lugares icónicos como el metro, la Danceteria y el CBGB al ritmo de “Everybody”, “Into The Groove”, Burning Up”, “Open Your Heart” y “Holiday”.

Tras la efervescencia de lo anterior llega una tormenta que arrasó con muchas vidas y cambió por completo el panorama de la cantante al arrebatar a la gran mayoría de sus amistades: La pandemia de VIH/SIDA. En “Live To Tell” una Madonna visiblemente afectada por los recuerdos de una etapa oscura para la comunidad LGBTIQ+ ofrece un memorial a sus amigos y personalidades que perdieron la batalla contra dicho síndrome. Keith Haring, Martin Burgoyne, Christopher Flynn, Herb Ritts, Klaus Naomi, Sylvester y Freddie Mercury, entre otros, aparecen en las pantallas al tiempo que Madonna vuela por los aires junto a ellos para darles un último adiós.

A modo de transición y recordando que este sencillo marcó su cambio de superestrella pop a autora consagrada por allá de 1989, la cantante interpreta “Like A Prayer” con una puesta en escena de temática religiosa, aludiendo a su eterno idilio con la iglesia católica. Aquí aparece a modo de homenaje la figura de Prince, quien tocó la guitarra en la grabación de la canción y con quien Madonna sostuvo una gran amistad.

A continuación llegamos a la cúspide polémica de la artista y nos adentramos a los 90s. Una época donde rompió tabúes y llegó tan lejos como nadie en la cultura popular ha llegado en términos de sexualidad. “Erotica”, “Justify My Love”, “Bad Girl” y hasta “Hung Up On Tokischa” suenan para demostrarnos que después de 40 años de carrera Madonna sigue expandiendo y experimentando con su sexualidad, molestando a aquellos que piensan que a los 65 ya no se puede ser sensual.

Otro hito de los 90 para Madonna fue “Vogue”, que bebió de la cultura Ballroom y llevó este estilo de baile a las masas. Como tributo a esta forma de expresión de la cultura LGBTIQ+ se celebra un ball donde compiten las categorías Face, Runway, Labels, Realness, All American Runway y Sex Siren, juzgadas por un invitado diferente cada noche (el estruendo y la euforia del público al presenciar la llegada de Salma Hayek personificando a Frida Kahlo en la última fecha me sigue pareciendo algo inaudito; mención especial también a la aparición de la leonesa Wendy Guevara). El ball termina con la irrupción policiaca, quienes capturan y humillan a Madonna, en alusión al boicot y rechazo que sufrió en aquella década, solo para salvarse a si misma y terminar con el poderoso statement de “Human Nature”: “Absolutely No Regrets”.

En el siguiente número (“The Beast Within”) se abren las puertas del infierno y se recitan versículos del libro del apocalipsis para después, cual Dante en La Divina Comedia, volver del inframundo en “Die Another Day”, de alto contenido cabalístico y esotérico. En “Mother & Father” Madonna nos cuenta del momento más trascendental en su vida: La muerte de su madre. Escuchamos también “Don’t Tell Me”, “Express Yourself”, “La Isla Bonita” y finalmente “Don’t Cry For Me Argentina” donde ataviada en una bandera LGBTIQ+ y al grito de “No Fear” nos muestra personajes que la influenciaron para romper el status quo (Billie Holiday, Nina Simone, David Bowie, Sinead O’Connor, etc).

La próxima sección está dedicada a la Madonna más futurista, quien con un outfit intergaláctico canta “Bedtime Story” y “Ray Of Light”, de nuevo por las alturas y rodeada de rayos láser.

En el interludio antes del encore se hace homenaje a su contraparte masculina, el llamado Rey del Pop, colaborando en el escenario aunque sea a modo de proyección en las pantallas en un mashup de “Billie Jean” y “Like a Virgin”.


El acto final es la reafirmación de que Madonna lo ha sido todo, lo ha hecho todo y lo ha vivido todo. Mientras se interpreta “Bitch I’m Madonna” decenas de bailarines llenan el escenario vistiendo los más memorables vestuarios que ha usado la Reina del Pop a lo largo de sus 40 años de carrera.

The Celebration Tour, con su amplio despliegue de teatralidad, vestuario y tecnología (pantallas, plataformas y hasta estructuras voladoras que se encuentran en constante transformación), es un digno documento del impresionante impacto que ha tenido Madonna en la industria, la cultura y la sociedad. Definitivamente esta gira, que aun no sabemos si es una despedida, confiere a Madonna la oportunidad de honrar su legado sin cursilerías, sino con respeto a aquellos sucesos y personajes que la formaron. Es Madonna diciéndonos como quiere que la recordemos cuando ya no esté, cuando ya no haya segundas oportunidades y no exista otro día para morir.